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The story

Estas dos historias no son mías, las encontré por casualidad por facebook y me han encantado. Así que he decidido publicarlas para que todas podáis disfrutar de estas fantásticas novelas tanto como yo. No se quien las ha escrito pero son maravillosa. Espero que os gusten.


Gracias por leer.

lunes, 14 de agosto de 2017

Adicto a Ti - Epílogo



Epílogo:




Abrí un ojo al escuchar un ruido proveniente de afuera de la habitación. Frunciendo el ceño abrí el otro y me quedé quieto en medio de la gran cama. Giré mi cabeza para mirar al costado de mí y estaba vacía, ella no estaba. 
—Ian Fernández, mi vida, ven aquí. Te dije que no corras más cerca de las escaleras… vas a caerte, corazón. Y no quiero que eso pase. —escuché su dulce voz, esa era su manera de regañarlo.
Ya le dije un millón de veces que así, él seguiría siendo un rebelde.
—No lo volveré a hacer, mami —dijo él. Sonreí levemente, era un pequeño demonio.
—Finn, mi amor, ¿puedes pasarme tu camiseta? —escuché unos pequeños pasos que pasaban por delante de la puerta.
—Aquí tienes mamá —dijo él y volví a escuchar sus pasos.
—Grace, mi cielo, ¿ya estas lista? —preguntó Abril.
—¿Dónde está mi muñeca, mami? —preguntó con voz preocupada.
—¿Te fijaste debajo de la cama? —dijo su madre.
—¡Aquí esta! —dijo contenta.
—Bueno, ¿ya están listos? —les preguntó.
—Casi —dijo Finn.
—¿Por qué se están poniendo tan lindos? —dijo Abril.
—Lo que pasa es que queremos impresionar a la maestra de natación —contestó Ian.
Reí por lo bajo.
—Con que eso es —dijo ella sin poder creerlo —Ustedes dos son terribles, no puedo creerlo.
—Ya mamá, tranquila —la calmó el pasivo y a la vez seductor Ian —Sabes perfectamente que tú eres nuestra favorita.
—Él tiene razón, ma —lo siguió mi otro pequeño galán —Tú eres la dueña de nuestros corazones. Las demás nada significan.
—Ay por Dios —dijo ella divertida —¿De dónde habrán sacado ustedes dos esa manía de comprarme?
—Tenemos un buen maestro. —aseguró Ian divertido.
—Ya lo creo. —dijo ella.
—¿Papá no irá a trabajar hoy, ma? —preguntó Finn.
—Papi está de vacaciones… hoy comienzan. —contestó ella —Vayan bajando que el desayuno está listo. Mientras yo termino de peinar a su hermana.
Ellos dos bajaron las escaleras.
—Hija, ven al baño.
—Voy.
—¿Estás contenta de empezar la escuela? —le preguntó.
—Sí, pero tengo miedo —dijo ella.
—¿Miedo, mi cielo? ¿De qué?
—¿Qué pasa si me pierdo? ¿Cómo voy a volver? —dijo preocupada.
—Tus hermanos van a cuidarte, no tienes que temer de nada princesa mía. —la calmó Abril.
—No lo creo, ellos se la pasan babeando por la maestra de natación. Son unos bobos.
—Te van a cuidar, yo lo sé. —dijo divertida su madre.
Sonreí con ternura, mi pequeña es tan hermosa. Tan hermosa como su madre. Grace es una copia exacta de Abril, a diferencia que tiene mis ojos. Con cinco años de edad ya es toda una mujer. Mientras que mis dos muchachitos son iguales a mí, con los bellos ojos de su madre. Finn e Ian son gemelos y por ende, inseparables. Siete años de pura destrucción masiva... pero ¿Qué sería de mi vida sin ellos?
Y ¿Qué puedo decir de la mujer que cambio mi vida por completo? Pasaron 10 años, y aún la sigo amando con la misma pasión de cuando teníamos 18. Recuerdo como si fuera ayer cuando llegó corriendo a la Universidad con los ojos llenos de lágrimas y temblando asustada, para decirme que estaba embarazada. En ese entonces yo acababa de cumplir 21 años, y a ella le faltaban dos meses para dejar sus 20. Esa vez no había sido una alarma como cuando teníamos 18. Éramos jóvenes, aún lo somos, pero saber aquello fue una de las mejores cosas que me pasó en la vida, se los puedo asegurar. Nueve meses después llegaron nuestros gemelos y dos años más tarde nuestra pequeña princesa...
—Papi, ¿Estás despierto? —escuché su suave voz. Levanté la cabeza y la miré.
—Sí, mi sol. —le dije.
Ella entró con cuidado y cerró la puerta para luego acercarse hasta la cama. Se sentó a mi lado.
—Solo quería venir a despedirme, me voy a la escuela. —dijo y una sonrisa, con falta de algunos dientes, recientemente caídos, iluminó su pequeño rostro.
Levanté mi mano y acaricié su mejilla. Acomodé un poco el pequeño flequillo que caía sobre su frente y que tapaba un poco aquellos enormes ojos verdes azulados.
—Vas a pasarla muy bien, cielo. —le dije.
—Mami dice que estas de vacaciones, ¿es cierto?
—Sí, sí es cierto. Cuando vuelvan en la tarde tú y tus hermanos iremos con mamá a tom
ar un rico helado, lo prometo.
Sonrió y se acercó a mí para abrazarme y luego besar mi mejilla. Aún no comprendo como algo tan pequeño puede llenarte tanto de amor... pensé lo mismo el día que la tuve entre mis brazos la primera vez. Se veía tan frágil, tan inocente y dulce.
—Te amo, papi. —besó mi mejilla de nuevo.
—Y yo a ti, bombón. —besé su pequeña nariz —Ahora ve que mami te debe estar esperando.
—¡Grace, mi cielo, el autobús ya está aquí! —ambos escuchamos el llamado de Abril.
—Te lo dije. —ella rió divertida y se bajó de la cama.
—Adiós papito. —se acercó a la puerta y antes de salir se giró a verme. Sonreí ante la imagen de aquella enana con una mochila en la espalda, más grande que ella, y dos pequeñas trenzas que apenas caían sobre sus hombros.
—Dale muchos besos a mamá... y mira que yo ya le dije que te dijera que le des una de esas semillitas para hermanitos, porque quiero una hermanita para jugar a las muñecas. Con Finn e Ian no puedo.
Sonreí divertido y negué con la cabeza.
—Hablaré con mamá sobre ello cielo, ve tranquila. —le dije.
Ella asintió y salió de la habitación.
—¡Adiós Papá! —escuché que Ian y Finn decían a la vez.
—¡Adiós campeones, se portan bien! ¡Y cuiden bien a su hermana! —les respondí.
—¡Claro que sí! —aseguró Ian.
—¡Tenlo por seguro! —dijo Finn.
Reí por lo bajo y me volví a acostar bien en la cama. Luego todo fue silencio, escuché el sonido del autobús al arrancar y nada más. Unos cuantos segundos después la puerta de la habitación se volvió a abrir. Ella entró y soltando un cansado suspiro se tiró a la cama. Giró su cabeza para mirarme.
—Lo siento amor, se que querías dormir de corrido hasta las 11 de la mañana. Pero Grace se quería despedir de ti... no podía decirle que no. —me dijo.
Sonreí y me acerqué a ella para envolverla en mis brazos y acercarla a mi pecho.
—Ya estaba despierto cuando vino. —le dije.
Alejó su cabeza de mi pecho y me miró a los ojos. Sonrió y me besó cortamente.
—Ya sabes que no puede irse sin antes darle un beso al bombón de su padre. —dijo divertida.
—Y así tiene que ser. —aseguré.
Ella rió levemente, haciendo que mi corazón latiera rápido.
—Llamó tu hermana… dice que necesita que convenzas a Phill para que la deje ir de vacaciones con su mejor amiga. —me dijo.
—Ah no, eso sí que no. —dije negando con la cabeza.
—¿Por qué no? —preguntó —Tú hermana te necesita, Dani.
—No Abril , no voy a permitir que esa jovencita vaya de vacaciones con su mejor amiga y esas cosas. Aún es una niña.
—Dani, mi vida, no falta nada para que cumpla 16.
—No me interesa, y esa es mi última palabra.
—¿Y qué va a pasar cuando nuestra hija se quiera ir de vacaciones con sus amigas?
—Pues es obvio, no irá.
—Eres el peor del mundo. —aseguró y se acostó en la cama dándome la espalda.
Solté un suspiro y me acerqué más a ella.
—Bueno, está bien. Tú ganas. Llamaré a Phill para hablar con él —le dije.
Se dio la vuelta y sonrió de par en par. Tomó mi rostro con sus manos y me besó por toda la cara. Menos los labios.
—Eres el mejor. —aseguró.
—¿Tienes algo para decirme que nuestra hija te haya dicho? —le pregunté.
Ella frunció el ceño y me miró extrañada.
—¿Si Grace me ha dicho algo? —preguntó.
Asentí mientras me acercaba a más a ella y comenzaba a besar su cuello.
Hace 10 años que beso los mismos labios y aún me sigo excitando. Hace 10 años que le hago el amor a la misma mujer y siempre que pasa descubro algo nuevo.
—Mi amor, nuestra hija me dice muchas cosas durante el día. —dijo.
Sentí su mano apoyarse en mi brazo y brindarme una suave caricia.
—Algo muy importante —susurré cerca de su oído.
Su exquisito e único aroma entró por mi nariz para despertar aún más esa pasión que siempre me genera. Huele a ella, a rosas, a galletas y a mí. Me enloquece. Apoyé mis manos sobre sus caderas y bajé hasta el borde de su camisón. Ella soltó una leve risita que cosquilleó en mi oído.
—¿No te parece que es un poco temprano para esto? —me preguntó.
Subí mis manos arrastrando el camisón. Y cuando sus piernas quedaron descubiertas me subí encima de su cuerpo, obteniendo un espacio entre ellas. Ella gimió levemente y mi nombre salió de sus labios en forma de reproche.
—Señora Fernández, nunca es tarde o temprano cuando se trata de hacerla mía.
Ella sonrió y sus manos subieron y bajaron por mi espalda. Me besó. Mordió su labio inferior y me miró con ternura.
—¿Siempre eres así de comprador? —me preguntó.
—¿Siempre eres así de recatada? —le pregunté y comencé a besar su cuello de nuevo. Sentí como su piel se erizaba y un escalofrió bajaba por su cuerpo. Juro que amo provocar eso en ella.
—Apenas han pasado dos días desde la última vez que lo hicimos. —su voz sonó algo agitada y quebrada.
Sonreí y con mucho cuidado mordisqueé su mentón y mandíbula. Con mis manos seguí subiendo el molesto camisón.
—Y eso para mí es una eternidad. —aseguré —Además —besé el espacio libre que había entre su cuello y su pecho. Su mano se enterró en mis cabellos. Con un simple movimiento me deshice de su sensual ropa de dormir —Ese día no estuve muy duradero como me hubiese gustado estarlo.
—No me pareció. —dijo ella y acarició mi espalda.
—Pues a mí sí, porque quise cansar a los niños para que durmieran como troncos durante la noche, lo conseguí, pero yo terminé más cansado que ellos. —ella rió levemente. Su mirada se clavó en la mía —Vamos, amorcito. Quítame la camisa —le pedí.
Ella relamió sus labios y con manos suaves me quitó la molesta prenda. Gruñí al sentir su piel algo fría contra la mía. Me incliné hacia ella y con la punta de mi lengua acaricié sus labios.
Ella soltó un leve suspiro.
—Ya recordé que me dijo nuestra hija —me dijo. Soltó una risita nerviosa —Lo de la semillita para hermanitos, ¿cierto?
Asentí y metí mi mano entre el colchón y su espalda para moverla y acomodarla mejor debajo de mí. Ella volvió a gemir. Aun traía la ropa interior y yo este molesto pantalón de dormir. Creo que desde ahora en más dormiré desnudo.
—¿Qué piensas de eso? —le pregunté.
Ella bajó su mano por mi espalda hasta mi trasero. Arqueé una ceja cuando su palma me apretó en forma provocadora.
—No hablemos de eso ahora… solo bésame.
Obedecí sus palabras y junté mi boca con la suya. Sus labios se abrieron para mí y los acaricié con ansias con los míos. Era un beso dulce, embriagador, apasionado y sobre todo con amor. Rodeó mi cuello con sus finos brazos y me atrajo más hacia ella.
Coloqué mis brazos a nuestros costados y acaricié el contorno de su cuerpo. Su cuerpo suave, bello y firme a pesar de haber pasado por dos embarazos. Su cuerpo perfecto, maternal. Su cuerpo dulce y caliente. El cuerpo que ha llegado a enloquecerme en forma simple y a la vez rara.
—Llamó Blas —dijo alejándose de mi boca. La miré.
—¿Qué quería? —le pregunté.
—Dice que los inversionistas han firmado el contrato. Todo esta saliendo bien.
—Eso es perfecto. —la besé de nuevo —Pero me lo dices luego.
Me deshice de todo rastro de ropa que se interponía entre nosotros y por consiguiente le hice el amor.
Ella se apoyó sobre mí, apoyando su oreja sobre mi corazón. Acaricié su espalda desnuda acomodando sobre ella su largo cabello.
—¿Eres feliz? —me preguntó.
—Nunca pensé que iba a así de feliz en mi vida. Jamás imaginé terminar así. Con la mujer a la que más amo en este mundo y con tres hijos hermosos. —le dije.
—Cuatro —dijo ella. Fruncí el ceño. Abril
 levantó la cabeza de mi pecho y me miró. 
—¿Cuatro? —dije confundido. Ella apretó los labios para evitar sonreír.
Entonces entendí aquello. —La semilla para hermanitos ya esta aquí, ¿verdad?
—Ajá. —dijo asintiendo mientras sus hermosos ojos se llenaban de lágrimas —Tengo un atraso de 3 semanas. Me desperté más temprano y me hice un test, dio positivo.
—Oh, mi amor. —dije y la abracé contra mí. Ella se acurrucó bien y escondió su rostro en mi cuello —Me haces el hombre más… dichoso de este mundo. Por Dios lo contenta que se va a poner nuestra bella Grace.
—Tengo el presentimiento de que va a ser una niña —musitó.
— Cher —dije. Ella asintió y me miró de nuevo.
—Me encanta ese nombre —aseguró y me besó.
Volvió a acomodarse contra mí.
—¿Qué pasa si salen gemelas? —dije.
Ella negó energéticamente con la cabeza.
—Doble llanto, doble cambio de pañal, todo doble. Divertido, hermoso, pero agotador.
—¿Quién te manda a ser tan fértil? —le reproché.
—¡Dani! —se quejó y golpeó mi pecho.
Reí divertido.
—Eres hermosa, mi pequeña fábrica de bebes hermosos —le dije.
—Mmm… no me halagas diciéndome fábrica. Ya me estoy sintiendo gorda. Por dios, otro embarazo más. Yo no sé cómo es que aun estoy en forma —dijo.
—Acomplejada —susurré.
—Tonto —me dijo.
—Obsesión —le dije. Ella me miró —Mi bella y peligrosa obsesión.
—Te amo —dijo y acarició mi rostro.
—Te amo —dije y la besé.
Greoff vino a mi cabeza y sonreí. Quizás ahora comprendo un poco más los sentimientos de mi padre. Quizás ahora puedo perdonarlo. Puedo decirle: Padre, tenías razón. Pero no del todo.

FIN







Hola amores!!!
Y al fin llega... el último capítulo dedicado a todos los que día a día y tras los pequeños abandonos habéis seguido ahí al pie de cañón.
Espero que os haya gustado!! Y espero vuestros comentarios de lo que os ha parecido el final y la novela en sí.
Gracias por leer, comentar y votar.
Besos, María


sábado, 12 de agosto de 2017

Adicto a Ti - Capítulo 65



Capítulo 65:



Asentí mientras él decía el lugar. Yo sé perfectamente en donde queda. Cuando era niño me escondía de mi padre en aquel galpón que estaba detrás de la casa. 
—Sí, sé donde queda —dije y todos me miraron.
—Bien, enseguida mando unas patrullas —dijo él.
—No, yo voy —dije y corrí para salir del lugar.
— ¡No, espera! —gritó él.
Salí y encontré el auto de mi madre. Me subí rápidamente a él y comencé a manejar. Tenía que llegar a ese lugar antes de que fuera demasiado tarde. Giré mi cabeza hacia atrás para ver como todos comenzaban a seguirme en sus autos. Unas cuantas patrullas de policía también iban detrás de mí. Aceleré y me pasé varios semáforos en rojo. Pero nada de eso me importaba ya. Solo necesito llegar a ese lugar y sacarla de allí.
Me bajé corriendo del auto mientras todos los demás se detenían detrás de mí. Uno de los policías me agarró del brazo.
—No, es mejor que no entres —me dijo. Lo miré.
—Voy a entrar —aseguré y me solté de él.
— ¡No, Dani! —escuché la voz de mi madre.
Me giré a verla y vi su angustia. Negué con la cabeza y volví a correr para dirigirme a la entrada de aquel viejo galpón.
Llegué y con cuidado abrí la puerta de manija. Todo se veía oscuro y silencioso. Entré del todo y comencé a caminar por allí.
Todo estaba lleno de cajas y latas de pintura. Había ratas y bichos. Seguí caminando hasta que escuché su voz a lo lejos. Me acerqué más hacia el lugar.
—Pronto todo terminará, señorita Brooks —le dijo él.
Me asomé y allí estaba. Parado frente a ella mientras sostenía un arma con la que jugaba sin prestarle atención. Ella estaba sentada y atada a una silla. Un pañuelo sobre su boca le impedía hablar pero su rostro estaba empapado en lágrimas.
—Todo es una lástima, ¿sabes? —se detuvo frente a ella y la apuntó con el arma, justo en la cabeza. Abril cerró los ojos con fuerza —Todo hubiese sido distinto si solo Dani me hubiese escuchado. Pero no lo hizo. Está como idiotizado por ti y yo no puedo permitir eso. No puedo permitirlo —la miró y sonrió —Abre los ojos querida, quiero que veas —ella abrió los ojos y le sostuvo la mirada —¿Hay algo que quieras decir antes de morir?
Mi corazón se detuvo y la respiración abandonó mi cuerpo.
Ella asintió levemente y entonces él sonrió y le quitó el trapo de la boca.
—Yo… yo amo a Dani —le dijo temblorosa.
Tuve ganas de entrar allí corriendo, pero si lo hago él puede hacerle daño. Tengo que encontrar la forma.
—Todas dicen lo mismo —aseguró él.
—No, no estoy mintiendo. De verdad lo amo.
— ¿Y si lo amas por qué no lo dejaste? Tuviste que haberlo dejado si lo amabas. Pero no, decidiste no hacerlo. Entonces no lo amas, querida.
— ¿Por qué hace esto? —le preguntó ella.
—Ya se te acabó el tiempo para las preguntas —le dijo y le quitó el seguro al arma. La colocó bien sobre su cabeza. Ella volvió a cerrar los ojos.
— ¡No! —dije y me hice ver. Él se giró a verme.
- Dani —dijo ella temblorosa.
—Todo va a estar bien, mi amor. Voy a sacarte de aquí, lo prometo —le dije sin dejar de mirarla. Ella asintió y soltó unas cuantas lágrimas.
—Vaya —dijo mi padre y se alejó de Abril. Comenzó caminar en círculos —Viniste hijo, viniste a ver la muerte de tu novia.
—Suéltala Greoff, se terminó. Estás perdido —le dije.
—Si entendieras las cosas hijo, sabrías porque hago lo que hago.
—Solo quiero que la sueltes —dije y me acerqué un poco más a él, que retrocedió levemente y apuntó de nuevo a Abril —Mátame a mi Greoff.
—No —musitó Abril.
— ¿Morirías por ella? —me preguntó. La miré y ella negó con la cabeza sin dejar de llorar.
¿Cómo no voy a morir por ella? ¿Cómo no voy a morir por su sonrisa? ¿Cómo no voy a morir por esa paz que me causa? ¿Cómo no voy a morir por el amor que despertó en mí? ¿Cómo podría seguir sin ella? Nada tendría sentido… ni siquiera seguir viviendo.
—Claro que sí —dije sin dejar de mirarla.
—Pero yo no quiero que lo hagas —me dijo él. Volví a mirarlo —Creo que aún no has entendido nada, hijo.
—Sí que lo entiendo, estás loco —le dije —Toda tu vida me odiaste y jamás pudiste verme feliz. Porque estás loco.
Él negó y se acercó a Abril para apoyar el arma al costado de su cabeza. —Puede ser que tengas razón al decir que te odié. Y sí, lo hice. Te odié más que a nada en este mundo —admitió mientras seguía sosteniendo el arma cerca de Abril —Pero después te tomé cariño, a mi manera claro.
—Eres un psicópata —dije entre nervioso y divertido.
—Yo no quiero que tú termines igual que yo —dijo y me miró. Un nudo se formó en mi garganta.—Por eso lo mejor va a ser que ella muera.
—No, no —dije negando con la cabeza —Yo la necesito, mucho.
—Por eso mismo, hijo. Es mejor sacártela ahora que luego. Ella se volverá una obsesión para ti. Peligrosa y que te hará odiar hasta a tus propios hijos… como pasó conmigo —lo miré y negué con la cabeza —Te volverá loco y no podrás vivir en paz nunca. Y a pesar de que si te odié, eres mi hijo y por eso no quiero que pases por lo mismo.
—Pero yo soy yo, Greoff. Yo amo a Abril y la necesito… no solo porque es mi obsesión. Es la persona que me complementa. No podría vivir sin ella.
— ¿Y que pasara el día en que se canse de ti? —preguntó —¿ Qué harás?
—Lo entenderé, si ella ya no es feliz conmigo voy a entenderlo.
—No hijo, no entiendes. No podrás dejarla y te volverás loco. Te lo aseguro - Volvió a quitarle el seguro al arma y lo acercó más a Abril.
— ¡No, Greoff! —escuchamos su voz.
Me giré a verla y allí estaba ella. Mi padre se alejó de Abril y la miró bien.
—Anne —susurró mientras sus ojos se iluminaban y una sonrisa aparecía en él.
—No puedes hacerle eso a esa joven, Greoff. Y mucho menos a tu hijo —le dijo ella mientras se acercaba más a él.
—No, mamá —dije en intenté acercarme a ella pero con un gesto de mano me detuvo.
—Si alguien tiene que morir aquí, esa soy yo —dijo. Negué con la cabeza —Suelta a Abril y déjala con Dani. Esto es entre tú y yo.
Sin dejar de mirarla mi padre se acercó a Abril y comenzó a desatarla. Abril
 se soltó y al instante su puso de pie y corrió hacia mí. 
La abracé con fuerza a mi pecho cuando comenzó a llorar compulsivamente.
—Ya mi amor, ya —le susurré al oído.
—Tuve tanto miedo, Dani. Pensé que jamás volvería a verte —dijo sin apartarse de mí.
—Todo terminó, estoy aquí —besé su frente y luego busqué sus labios e hice lo mismo.
Volví a abrazarla con fuerza. Levanté la vista y miré a mis padres. Ahí parados uno frente al otro. Mi madre sonrió levemente.
—Ya no más Greoff, se terminó —le dijo ella.
— ¿Por qué me hiciste lo que me hiciste, Annie? Si yo te amaba —le dijo él.
—Yo también te amaba, Greoff. Pero no supiste manejar el amor. Lo volviste una enfermedad. Despreciaste a nuestro hijo y mira como estas ahora.
—Por eso tú vas a morir —dijo él.
—Vamos Greoff, termina con la obsesión que te trajo hasta aquí —le dijo ella.
— ¡NO! —grité y abracé más fuerte a Abril para que no viera nada de lo que estaba pasando.
Ella escondió su rostro en mi pecho. Cerré los ojos y entonces aquel sonido entró con fuerza por mis oídos. No los abrí por unos cuantos segundos. Todo se detuvo a nuestro alrededor. Abril seguía escondida en mi pecho y los segundos se hicieron interminables.
Lentamente abrí mis ojos y la vi allí parada con la mirada perdida en un punto. Miré a sus pies y allí estaba él con el arma en la mano y una bala en la cabeza. Se mató, él mismo se mató.
Los policías comenzaron a entrar y agarraron a mi madre para alejarla de Greoff. Phill entró corriendo al lugar y tomó a mi madre para abrazarla con fuerza. Ya todo al fin había terminado.
—Vamos, vamos afuera por favor —dijo uno de los policías y se acercó a nosotros.
Sin soltar a Abril comencé a caminar hacia la salida. Cuando salimos Abril se soltó de mí para correr hacia los brazos de sus padres.
Ellos la abrazaron con fuerza y Gina rompió en llanto. Giré hacia mi derecha y mi madre estaba entre los brazos de Phill. Ella me miró y se alejó con cuidado de su marido. A paso lento se acercó a mí. Con una de sus manos acarició mi mejilla.
—Todo termino, Dani —me dijo con voz temblorosa.
—Lo sé —musité.
—Y tú no tienes la culpa —siguió acariciando mi mejilla.
—Eso también lo sé.
Ella sonrió con los ojos llenos de lágrimas y me acercó para abrazarme con fuerza. La apreté un poco más y me sentí realmente protegido.
Me alejé de mi madre y giré para encontrarme con Abril frente a mí. Sonreí levemente y ella copió mi acción.
—Ven aquí —susurré y ella corrió hacia mis brazos. Volvió a esconder su rostro en mi pecho y acaricié su espalda dulcemente —Casi muero cuando vi que te llevaban.
Mis labios rozaron su frente. La sentí temblar levemente.
—Gracias, mi amor —susurró.
Levantó la vista de mi pecho y me miró. También la miré. Levanté mi mano y acaricié su rostro.
—Ya no más obsesión Abril, ya no más —dije y la besé suavemente en los labios sabiendo que ahora todo estaría bien.





Hola, hola!!

Aquí esta el último capítulo, ¿qué os ha parecido?

Gracias por leer y espero que comentéis.

Besos, María.

viernes, 11 de agosto de 2017

Adicto a Ti - Capítulo 64



Capítulo 64:


Corrí hacia donde se había dirigido el auto, pero ya se había alejado demasiado. 
— ¡NO! —volví a gritar mientras sentía aquella sensación de impotencia en mi pecho. 
— ¡Dani! —me giré a verlos y Carlos y Emma venían corriendo hacia mí —¿Qué pasó?
—Se la llevaron —dijo mientras me daba cuenta de ello. Mis ojos se llenaron de lágrimas.
—¿Y Abril? —preguntó a Emma.
—A Abril —susurré.
— ¿Qué? —dijo ella sin poder creerlo.
—Tranquilo, Dani… vamos a encontrarla. Necesitamos llamar a la policía y ¿Por qué se la llevaron? —dijo mi amigo.
—Mi padre —dije y lo miré a los ojos.
Carlos asintió levemente y estiró la mano para entregarme el celular que había tirado antes de salir corriendo. Lo tomé y sin pensarlo marqué el número de su celular.
— ¿Qué pasó, hijo? —me preguntó al atender.
— ¡¿Dónde está maldita sea?! ¡Por tu bien no la toques porque juro que voy a encontrarte y a acabar contigo! —dije mientras apretaba los dientes.
—Solo estoy intentando ayudarte. Quiero salvarte, aunque no lo creas.
— ¿Por qué no me dejas en paz? —mi voz se quebró y las malditas lágrimas comenzaron a salir de mis ojos - No le hagas daño, por favor.
—Por eso mismo es que quiero alejarla de ti, hijo —susurró él como si estuviera con alguien - Ella es la que va a acabar contigo si no hago algo.
— ¡No, por favor, no le hagas nada! —grité.
—Me lo vas a agradecer algún día —dijo y colgó.
— ¡NO, MALDITA SEA, NO! —Lou se acercó a mí y me abrazó mientras yo sentí que todo el mundo se venía sobre mi cabeza —Va a hacerle algo —dije sin dejar de llorar —Él está loco y va a lastimarla.
—Tranquilo, hermano, tranquilo —me dijo él y se alejó de mí —Vamos a llamar a la policía y hay que buscar a personas que hayan estado cerca de tu padre y que sepan lugares en los que pueda estar.
—Ya llamé a la policía —dijo Emma —Están viniendo para acá.
—Mary —dije y me alejé de ellos para correr de nuevo hacia la Universidad.
— ¡Dani, espera! —me gritó Carlos.
Aún así no me detuve. Ella debe saber algo de todo esto, ella debe tener una idea de a donde ese infeliz se llevó a Abril. Voy a matarla si no me lo dice.
Entré abruptamente al salón. Todos se giraron a verme. La busqué con la mirada y la encontré sentada casi al final del salón.
— ¿Dónde está? —le pregunté fuerte mientras me acercaba a ella.
Sus ojos se abrieron bien y se puso de pie para retroceder levemente. Me acerqué más y la toqué por los hombros.
— ¿Qué haces? —me preguntó nerviosa.
— ¡Dime donde diablos la tiene! —le grité.
— ¡Dani, Dani! —Carlos me alejó de ella. Intenté soltarme, pero él me lo impidió.
— ¡Suéltame Carloa! ¡Esta perra sabe donde la tiene! ¡Ella lo sabe! —dije mientras seguía haciendo fuerza para soltarme de mi amigo.
— ¡No sé de qué estás hablando! —me dijo ella mientras comenzaba a llorar.
— ¡Mentira, sí lo sabes! ¡Lo sabes, maldita sea! —seguí gritando.
— ¡Sáquenlo de mi clase! —dijo el profesor.
Sentí las manos de Blas sobre mi otro brazo y me giré a verlo.
—Se la llevaron, hermano —dije mientras volvía a soltar un par de lágrimas —No sé donde está… tengo que encontrarla.
—Vamos afuera —dijo él un tanto confundido.
Salimos del salón y me solté de sus brazos.
— ¿Qué sucede aquí? —el director preguntó y me giré a verlo.
—Necesito ayuda, señor. Se llevaron a Abril, la secuestraron aquí afuera, delante de mí. Necesito ayuda —le dije desesperado.
—Tranquilo, la policía ya está aquí —me dijo.
María se acercó a mí y me abrazó con fuerza. Apoyé la cabeza en su hombro y comencé a llorar de nuevo.
—Voy a morirme si le hace algo —le dije a mi prima.
—Tranquilo —susurró ella con voz queda —Todo va a estar bien.
—Dani, la policía necesita de su declaración —me habló el director.
Me alejé de María y sequé mi rostro antes de girar a verlo. Asentí y caminé con él hasta su despacho. Un hombre de pelo blanco me miró y me dio la mano.
—Ya hemos sido informados de lo sucedido. Pero necesitamos que nos diga cómo fueron las cosas.
—Primero en principal el que tiene a Abril se llama Greoff Fernández, y es mi padre —le dije. Él asintió y tomó asiento mientras anotaba —Y… fue hace unos instantes… ella había ido a buscar algo a su auto y mi padre me llamó y me dijo que él iba a ser quien la alejara de mí. Y cuando salí un auto se detuvo a su lado y se la llevaron.
— ¿Recuerda como era el auto? —preguntó.
—No… solo sé que era negro. No pude distinguir ni la marca, ni nada.
—Bien, nosotros ya empezaremos con la búsqueda.
Se puso de pie y salió de allí. El director se giró a verme.
—Es necesario que llames a sus padres —me dijo mientras apoyaba una de sus manos sobre mi hombro.
Asentí y él me dejó solo en su despacho. Me senté pesadamente en la silla y cubrí mi rostro con ambas manos. Esto no podía estar pasando, esto no era real. Debe ser que estoy durmiendo y es una pesadilla como la de ayer. Solo una pesadilla.
Abril esta durmiendo a mi lado. Solo necesito despertarme.
— Dani —dijo ella entrando al despacho. Levanté mi cabeza y la miré —Ya llamé a Gina y a Greg. Están viniendo para acá.
—Les fallé —musité y mi mirada quedó clavada en la nada.
—No, no primito —dijo ella y se arrodilló frente a mí —Tú no les fallaste.
—Sé les falle —la miré y sus bellos ojos estaban llenos de lágrimas —Yo no la cuidé, es mi culpa. Solo tuve que haber hecho lo que él quería y ahora ella estaría aquí bien, sana y sin miedo.
—Las cosas pasan por algo, primito —dijo y acarició mi rostro. Se acercó a mí y me abrazó con fuerza. Todavía tengo la esperanza de que esté durmiendo.
Las horas comenzaron a pasar y con ellas la sensación de que era solo un sueño se había ido. Esto es real y está pasando. No habíamos tenido ninguna noticia de mi padre, ni nada por el estilo. Él no había vuelto a llamarme.
Miré a Gina y esta no dejaba de llorar mientras se encontraba acurrucada entre los brazos de Greg.
Mi madre y Phill habían venido hacia la Universidad al enterarse de lo sucedido.
Mi celular comenzó a sonar y todos se callaron para mirarme con expectación.
—Cuando yo te diga, atiende —me dijo el comisario. Asentí —Ahora.
— ¿Hola? —dije tratando de sonar lo más calmado posible.
— ¿Ya llamaste a todo el mundo, cierto? —me preguntó él — ¿Qué necesidad había, hijo? Esto pudo haber sido un secreto entre nosotros.
— ¿Dónde la tienes? —le pregunté. —¡No, no, no! —dije mientras las lágrimas comenzaban a llenar de nuevo mis ojos —Por Dios, suéltala.
— ¡Cállate, niña! —le gritó él.
—Por lo que más quieras, papá —le hablé sin dejar de llorar —Déjala en paz. Voy a hacer lo que quieras. Voy a dejarla, pero no le hagas daño.
—Eso lo tuviste que haber pensado ayer, hijo. Ahora es tarde… yo no puedo permitir que tú arruines tu vida.
—Por favor —musité y cerré los ojos con fuerza.
—Sé que vas a odiarme al principio, pero después vas a ver que yo tenía razón. Esto es necesario.
—No, no es necesario.
—Adiós, hijo —colgó antes de que pudiera decirle algo más.
Me giré a ver al comisario y él sonrió levemente.
—Lo tenemos.



Hola hola!!!

Penúltimo capítulo, ¿Qué os ha parecido?

Gracias por leer.

Besos, María.

jueves, 10 de agosto de 2017

Adicto a Ti - Capítulo 63



Capítulo 63:


Me desperté y me senté en la cama algo agitado. Miré hacia mi izquierda y Abril dormía tranquilamente allí. Solté un suspiro y me volví a acostar. Había tenido una pesadilla, solo eso. Ella está bien, ella está a mi lado. 
— ¿Qué sucede? —su dulce voz rozó mi oído. Giré mi cabeza para mirarla y ella tenía sus ojos abiertos. 
—Nada, solo tuve una pesadilla —le dije y me acomodé bien de costado para acariciar su rostro.
Ella se acercó más a mí y escondió su cara en mi cuello. Sus brazos se metieron debajo de los míos y sus manos acariciaron mi espalda.
—Solo fue una pesadilla —susurró.
—Lo sé —dije mientras cerraba los ojos y disfrutaba de su cercanía — ¿Me das un beso?
—Primero necesito ir al baño —dijo mientras se alejaba.
—No, no… primero un besito —hice un puchero.
—Bien —dijo en un suspiro y se acercó a mi boca. Coloqué mi mano en su nuca y la acerqué más a mí.
— ¿Me amas? —le pregunté cuando la solté.
—Mmm… no lo sé —dijo ella mientras se ponía de pie. Sonrió y me volvió a besar —Claro que te amo, ¿Por qué lo preguntas?
—Solo quería volver a saberlo —le dije.
—Tontín —dijo divertida y entró al baño.
Aquel sueño había sido tan real. Abril era alejada de mí y nunca más volvía a verla. Mi vida se volvía miserable y sin sentido. Había sido tan fea la sensación del vacío y el dolor. Me volví a acostar sobre la almohada y me tapé bien con las sábanas. Hacía un poco de frío.
Abril salió del baño y volvió a acostarse a mi lado.
— ¿Qué hora es? —le pregunté.
—Temprano, muy temprano —musitó mientras se acurrucaba entre mis brazos y volvía a cerrar los ojos.
— ¿Qué tan temprano?
—Son las 5 de la mañana, amor.
— ¿En serio? —pregunté.
—Sí —dijo ella y besó mi pecho —Aún tenemos 4 horas más para dormir. Así que deja de hablar y cierra tus lindos ojos.
La abracé contra mi pecho y cerré mis ojos. Aún la maldita sensación me seguía molestando. Pero decidí ignorarla. Eso solo una sensación, nada significa.
Las cuatro horas que faltaban para levantarnos pasaron volando y Abril fue la primera en levantarse y bañarse. Se puso el uniforme de la Universidad y luego se tiró encima de mí para despertarme mientras sus manos intentaban hacerme cosquillas.
—No vas a lograrlo, no las tengo —le dije sin abrir los ojos.
—Bueno, no tendrás cosquillas pero si te dan calor los besos —dijo ella y se metió debajo de las sábanas para comenzar a besar mi pecho y bajar hasta mi estómago.
—Abril… no —le dije.
— ¿Viste? Yo sabía —susurró y su aliento quemó mis abdominales.
—No hagas eso. Espera… por qué… ¡ABRIL
! —dije elevando mi voz y sacando las sábanas de encima de ella. 
Ella estaba sentada a horcajadas sobre mí con aquella linda blusa que estaba obligada a usar para asistir al campus. Sonreí al recordar que así mismo la quería yo cuando estaba encima de Betty. Sentada sobre mí y moviéndose sensualmente. Ella mordió su labio inferior y me miró con ganas.
— ¿Por qué no me haces caso y te levantas? —me preguntó.
— ¿Por qué estás sentada encima mío con esa ropa? ¿Acaso piensas que así voy a levantarme y querer salir de esta cama? —le pregunté.
Podría decirse que ella casi gateó sobre mí hasta llegar a mi rostro. Sus labios rozaron los míos. Su aroma a lavanda y perfume simplemente me excitó.
—Vamos a llegar tarde mi amor… tienes que levantarte, ahora —dijo.
— ¿Tú estás jugando conmigo? —dije y sin darle tiempo a nada giré sobre la cama y la atrapé debajo de mí. Ella rió divertida.
—Esto no es justo —se quejó ella mientras calmaba su risa.
—Y ¿Por qué no?
—Porque yo era la que te estaba controlando… así no vale, Dani.
— ¿Tú controlar? Estas equivocada, amor.
— ¿Estás seguro? —dijo sin dejar de mirarme fijo a los ojos.
Entonces entendí aquello, si ella dice que no… a veces realmente es no.
Me bajé de ella y me acosté a su lado.
—Está bien, tú ganas —le dije.
Rió por lo bajo y volvió a subirse sobre mí. Bajó su rostro y me besó tiernamente. Intenté acariciar su rostro mientras la besaba. Pero ella tomó mis manos y las dejó sobre la cama. Se alejó despacio dejándome totalmente idiotizado.
—Ahora sí, nos vamos —dijo y se bajó de la cama.
Soltando un gruñido me puse de pie y entré a bañarme. Lo hice rápido pues al ver la hora, solo teníamos media hora antes de que comenzara la Universidad. Salí y me cambié. Bajé las escaleras del cuarto de Abril y me acerqué a la cocina para comer un poco de cereal.
— ¿Vamos? —le pregunté.
—Vamos, amorcito —dijo ella con una leve sonrisa.
Salimos de su casa y otra vez en su auto nos dirigimos hacia otro maldito día de clases. Más rápido de lo que esperé llegamos y allí estaban nuestros amigos.
—Hola —dijo contenta Abril.
—Hasta que al fin aparecen —dijo María.
—Lo siento, se nos hizo tarde —le dije a mi prima mientras besaba su cabeza. Saludé a Emma y luego les di la mano a Carlos y Blas
.
— ¿Entramos? —dijo Carlos.
—Sí, antes de que lleguemos tarde en serio —dijo Blas.
Caminamos hacia la entrada. Y Abril se detuvo. Nos giramos a verla.
—¿Qué pasó? —le pregunté.
—Me olvidé de unos cuadernos en el auto, voy a buscarlos —dijo.
—Te acompaño —dije y caminé hacia ella.
—No, amor. No es necesario. Vayan yendo que ya los alcanzo —se acercó a mí y me dio un leve beso antes de correr hacia la salida.
Volví hacia donde estaban los chicos.
— ¿Larga noche, Dani? —me preguntó Blas.
—No le preguntes esas cosas, Blas Canto —lo regañó María.
—¿Qué tiene? —dijo él confundido —Es mi amigo, toda la vida le pregunte sobre sus aventuras de cama.
— ¡Eres un asqueroso! —dijo realmente ofendida y comenzó a caminar más rápido.
Blas comenzó a seguirla mientras le decía que no podía enojarse por ello. Reí por lo bajo al igual que Emma y Carlos.
—Se pelean siempre, pero a los dos segundos están como si nada hubiese pasado —dijo Carlos divertido.
Mi celular comenzó a sonar. Detuve mi paso y lo busqué en mi mochila. Miré la pantalla y el número que aparecía era desconocido.
—Vamos Dani, estamos por llegar tarde —dijo Tomlinson.
—Vayan yendo —les dije y me alejé un poco para contestar — ¿Hola?
—Lo intente, juro que lo intente —su voz paralizó mi cuerpo —Pero no lo comprendiste y no me hiciste caso.
— ¿Qué es lo que realmente quieres, maldita sea? —pregunté nervioso..
—Yo quise hacer las cosas por las buenas y tú me obligaste a hacerlas por las malas. Tú no la puedes dejar bueno, yo voy a ayudarte a hacerlo.
— ¿De qué estás hablando? —dije sin entender.
— ¿Dónde está Abril ahora, Dani? —me preguntó.
Mi corazón se detuvo en ese mismo momento. Solté el teléfono y comencé a correr lo más rápido que pude hacia la salida. La luz de afuera se veía lejana y yo sentía que mis piernas jamás iban a llegar hasta allí. Salí casi volando hacia el exterior y miré hacia donde estaba el
estacionamiento. Abril salía del auto.
— ¡ANNE! —le grité. Ella levantó la vista y me sonrió. Y entonces un auto negro salió de la nada y se detuvo a su lado. Unos hombres salieron de allí y colocaron sobre su nariz un pañuelo
— ¡NO!
Corrí hacia ellos pero fue demasiado tarde. Se la llevaron.




Hola!!!

Espero que os haya gustado!!

Gracias por leer.

Besos, María.

Adicto a Ti - Capítulo 62



Capítulo 62:


Ella salió del baño y a mí casi se me sale el corazón del pecho.
¿Cómo es posible que alguien pueda hacerte sentir cosas tan mágicas? 
Todavía me reprocho el haber sido tan estúpido y no haber admitido lo que me pasaba con Abril después de aquella noche. Pero mejor tarde que nunca ¿no lo creen?
—Te ves hermosa —musité una vez que se acercó a mí. Levanté mi mano y acaricié su mejilla. Luego acomodé un mechón de su cabello —Realmente hermosa.
—Mentira —dijo ella sonrojándose un poco. Me pareció lo más tierno del mundo.
—No podría estar mintiendo, Abril —le aseguré mientras le echaba una devoradora mirada por su pequeño cuerpo.
— ¡No me mires así! —dijo divertida y golpeó levemente mi pecho —Eres un depravado.
—Ese vestido negro que traes puesto se vería muy bien en el suelo en este momento —le dije y me acerqué rápidamente a ella.
Intentó escapar pero coloqué mis manos alrededor de su cintura impidiéndole aquello. Rió nerviosa y colocó sus manos sobre mi pecho.
—Suéltame —ordenó.
— ¿Pero quién te crees, mi madre? No voy a obedecerte, loca.
—Escúchame una cosita, tontito —dijo y comenzó a ejercer un impulso sobre mí para alejarse. La acerqué más a mí —Tenemos que irnos… se nos va hacer tarde para la reunión de tu padre.
—No pasa nada si llegamos unos cuantos minutos tarde —musité y la acerqué más para depositar un pequeño beso justo debajo de su oreja. La sentí temblar levemente.
—Daniel Fernández, por favor… no hagas eso —me dijo firme. Volví a besarla en el mismo lugar que antes pero esta vez el beso se hizo más largo. Comencé a correr mis labios por el contorno de su bello rostro —Harry…
—Cállate —le ordené —Me la debes.
—Mentira —gritó.
—Sí que me la debes… ayer te hiciste la tontita.
—Eso no es cierto. Tuvimos nuestro momento… ¿o no?
—Ajá, sí claro.
— Dani —me dijo y con sus manos que seguían sobre mi pecho me empujó un poco de ella para que la mirara a los ojos —Después de la fiesta.
—No, ahora —le dije.
—No, ahora no —sentenció.
— ¿Cuál es la diferencia de ahora y después? —le pregunté fastidiado. Ella sonrió y se puso en puntas de pie para besar con cuidado mis labios.
—Que ahora tenemos que irnos y además no me gustaría llegar marcada… últimamente te estás volviendo muy marcador —me acusó. Sonreí con los labios sellados —Y después será después… tú sabes.
—Lo que pasa es que a mí me gusta marcar lo que es mío. Si yo te marco entonces los demás lo ven y saben que tienes dueño.
Frunció el ceño y se alejó completamente de mí.
—Eres un cerdo machista, nos vamos —dijo con cierto enojo.
Volví a sonreír y tomé mi abrigo para dirigirme hacia la puerta. Estábamos en casa de ella, ya que el lugar en donde mi padre nos había citado quedaba cerca de allí. Salí primero que ella y fui a apretar el botón del ascensor.
Ella estaba totalmente seria. Está enojada ofendida, esperando a que yo me le acerque la abrace y le pida perdón por ser un cerdo machista. La miré y ella entró en el ascensor. Apretó el botón a planta baja. Pronto llegamos y sin decir nada salió de allí.
En silencio caminé detrás de sus pasos. Sonreí y estaba por decir algo pero un celular comenzó a sonar. Era el de ella.
— ¿Hola? —dijo y al instante una sonrisa atravesó su rostro — ¡Josh! ¿Cómo estás? —la sonrisa que yo tenía en mi rostro desapareció en ese mismo segundo —Claro que podré verte mañana en la biblioteca… me encantaría poder ayudar en eso —sonrió aun más y asintió con la cabeza. Sentí una punzada en medio de mi pecho. ¿Por qué demonios Devine llamaba a mi novia y la citaba en la biblioteca de la Universidad? Creo que tendré que aclarar unas cuantas cosas con el querido Josh —Claro que sí, nos vemos mañana.
Ella colgó y no dejó de sonreír. Hacía un segundo su cara era la de alguien completamente enojada y furiosa. Ahora la señorita solo sonreía. Pero que descaro.
— ¿Qué quería? —le pregunté.
— ¿Me hablas a mí? —me preguntó ella.
—No, le hablo al auto —dije irónico.
Ella sonrió y sin decir nada se subió al coche. Apreté los dientes y me subí también. Tomé las llaves y lo encendí.
—Pongamos un poco de música —dijo y prendió la radio.
La miré de costado y ella no dejaba de sonreír. Eso está acabando conmigo. ¡Malditos celos estúpidos! Yo sabía que vendrían con el tema del amor, pero no que eran tan asquerosos y tontos.
— ¿Qué quería Devine, Abril? —pregunté está vez diciendo bien los nombres para que no salga con…
— ¿Me hablas a mí? —preguntó de nuevo.
La miré realmente mal y ella estalló en risas. Aquel hermoso sonido entró con fuerza por mis oídos, pero no me causó excitación como otras veces. Está vez solo me causó un poco más de enojo.
—No seas tonta —dije entre dientes. Ella me miró.
—Mira machista —me dijo y la miré —No puedes sentir celos de Josh.
—Lo sé, pero los siento. ¿Por qué te llama?
—Porque quería pedirme un favor.
— ¿Qué clase de favor? ¿Y por qué a ti y no a otra?
- Dani—dijo divertida —Josh es mi amigo y yo soy su amiga. Necesita que mañana lo ayude en la biblioteca para llevar algunos libros hacia un jardín de niños.
— ¿Y por qué no me llamó a mí? Soy un hombre y puedo levantar más libros que tú.
—Y otra vez sales con tu machismo —me dijo volviendo a ponerse seria — ¿Cuándo lo vas a entender? Te detesto cuando te comportas así.
Miró al frente y cruzó sus brazos sobre su estómago. No dije más nada, ni ella tampoco. Llegamos al lujoso lugar en donde se celebraba la reunión.
Abril se bajó y guardó las llaves en su cartera. Comenzó a caminar y decidí dejarle su espacio por unos cuantos segundos. Ya se le va a pasar.
Entramos y el lugar ya estaba lleno de gente. Me acerqué más a Anne y apoyé mi mano en su espalda.
—No me toques —dijo.
—Vamos tontita, no estés brava conmigo —le susurré al oído.
Ella me daba la espalda. Dejó de caminar y se giró a verme.
—Estoy brava contigo y solo voy a hablarte porque estamos en un lugar público. Pero cuando nos vayamos me dejas en casa y tú te vas a la tuya.
—Abril —dije poniendo mi mejor cara de perro mojado.
—Abril
, nada Dani —no pude evitar sonreír —Y sigue riéndote, que no solo será esta noche. Sino que la de mañana y pasado también. 
Volvió a darme la espalda y comenzó a caminar. La seguí sin dejar de sonreí. Ella es tan orgullosa. Comencé a caminar también y la alcancé.
—Que bueno que vinieron —escuchamos su voz y nos giramos a verlo. Él me miró a mí y luego a Anne —Estás muy bella, Abril.
—Gracias —dijo ella por lo bajo.
— ¿Y bien? Sobre que se trata esta reunión —le dije yo.
Él me miró y sonrió. Aquello no me gustó para nada. Y tampoco la persona que vi entre la gente. Mary.
—Hablemos en privado, hijo —me dijo. Miré a Abril y ella asintió.
—Yo los veo después… voy a tomar algo —dijo ella y se alejó de nosotros. Miré de nuevo a mi padre.
— ¿Qué es lo que quieres? —la pregunta salió sola de mi garganta.
Sabía que algo no andaba bien.
—Tienes que dejar a Abril —me dijo sin dejar de sonreír.
— ¿Qué? —pregunté.
—Lo que escuchaste hijo. Tienes que dejar a tu querida novia —apoyó su mano sobre mi hombro —Es por el bien de todos.
Caminé entre la gente tratando de pensar un poco en todo lo que aquel maldito infeliz acababa de decirme.
—Dentro de un rato yo voy a subirme al escenario y voy a presentarte a ti y tu adorada novia a la sociedad… la señorita Mary Bynes. La conocí hace unas semanas a través de su padre y creo que es perfecta para ti. Y vas a hacer esto, quieras o no. Si no lo haces voy a hundir al padre de tu adorada Abril y junto a él a ella a también.
Cerré los ojos fuertemente sin dejar de caminar y entonces choqué con alguien.
— Dani —me dijo. La miré. Ella frunció el ceño — ¿Estás bien?
—Abril
 —susurré y tuve la intención de decirle todo.
Pero me detuve. ¿Qué pasa si mi padre cumple su palabra? Yo no puedo permitir que él hunda a Greg, no sería justo. Miré los ojos de Abril. Yo no puedo hacer esto… yo no puedo hacerle esto a ella. Pero… otra vez él y otra vez arruinando mi vida.
—Hey —dijo ella y apoyó su suave mano en mi mejilla. Me alejé levemente.
—Estoy bien —le dije. Me miró más extrañada aun.
—Me acabo de cruzar a Mary —me dijo y miró hacia atrás —Me dijo con una enorme sonrisa de que en unos instantes me iba a enterar de algo…
Tragué saliva. ¡Maldita perra! ¿Cuál era su maldito problema?
—Ajá —fue lo único que salió de mi boca. Ella me miró de nuevo y volvió a acariciar mi mejilla.
—¿En serio estas bien, mi amor? —preguntó —Yo solo quería decirte que ya no estoy brava y que a pesar de eres un machista horrible, te amo.
Un enorme nudo se instaló en medio de mi pecho. Yo voy a odiarme inmensamente por todo lo que va a pasar. Pero yo no puedo dar el lujo de que él se salga con la suya.
—Nos vamos —le dije. Me miró.
— ¿Qué? —dijo.
—Abril, mi padre está loco. Nos tenemos que ir y necesito hablar urgentemente con tu padre. Pero nos vamos ya —tomé su mano y comencé a caminar casi desesperado en medio de la gente. Logre salir hacia fuera y Abril
 se soltó de mi mano. Me giré a verla.
—Necesito saber que pasa —dijo nerviosa.
—Mi padre me quiere separar de ti —le dije apresuradamente.
— ¿Qué? —me preguntó.
—Para eso nos hizo venir hacia aquí Abril. Pero yo no puedo dejarte, mi amor —me acerqué y tomé su rostro con mis manos —Por eso mismo llama a tu padre ahora y dame las llaves del auto.
—No entiendo nada, Dani —dijo confundida mientras buscaba las cosas que yo le pedía.
—Ya te diré bien que fue lo que me dijo, pero nos vamos ya —la besé cortamente y tomé las llaves para subirme al auto.
Ella se subió y arranqué rápidamente. Tomó su celular y comenzó a marcar el número de la casa de su madre. Me olvidé completamente de decirles. Pero Gin y Greg comenzaron a vivir juntos de nuevo. Abril aun cree que ellos solo están bromeando.
—Hola mami —la escuché decir y la miré de reojo — ¿Papá está por ahí? Pásamelo un segundo que Dani quiere hablar con él…
—Pon el alta voz —le dije. Ella lo hizo.
— ¿Hola? —escuchamos la voz de Greg.
—Greg, soy Dani —dije sin dejar de mirar el camino por donde íbamos.
— ¿Qué tal Dani? —preguntó.
—Necesito que me digas si ya has hecho algún negocio con mi padre.
—Mañana tengo que reunirme con él para firmar todo los papeles —comentó.
Solté un suspiro aliviado. Llegamos justo a tiempo.
—No firmes nada, es más ni vayas —le dije.
— ¿Qué? Pero ¿Por qué? —dijo confundido.
—Estoy seguro de que mi padre anda en algo malo, Greg. He estado alejado últimamente sus negocios pero he notado que una extraña cantidad de dinero ha entrado en su cuenta bancaria. Y estoy completamente seguro de que está implicado con el lavado de dinero —dije.
Abril me miró bien.
—Hijo, ¿estás seguro? Eso es grave —me dijo él.
—Muy seguro Greg, sino no te llamaría. Por favor no vayas mañana, no le contestes las llamadas. Hazme caso, mi padre está loco.
—Está bien, quédate tranquilo. Voy a hacerte caso —dijo él —Abril
, ¿estás ahí?
—Aquí estoy papá —dijo ella con voz preocupada. La miré y tomo su mano.
— ¿Estás bien, hija? —le preguntó.
—Sí papi —dijo ella.
—Bueno, me quedare más tranquilo si sé que estas con Dani. Tu madre me ha dicho que tiene un mal presentimiento, pero no le hagamos caso —dijo divertido.
—Todo está bien —aseguró ella.
—Bueno, cuídense —nos dijo —Y cualquier cosa me llaman.
—Claro —dijo. Greg colgó y Abril guardó el teléfono —Mi amor —la llamé.
— ¿Si? —dijo ella.
—Perdóname —le dije. Ella me miró.
— ¿Perdonarte? ¿Por qué? —dijo algo confundida.
—Soy un egoísta y solo pensé en mí. Solo pensé en mi sufrimiento si hacía lo que Greoff quiere. Solo pensé en mi corazón y no en ti, ni en tu padre.
Ella sonrió y estiró su mano para acariciar mi mejilla.
—Claro que pensaste en mí, y también en mi padre —dijo dulce.
—No lo sé, solo sé que te vi y no pude hacerlo. Él está completamente loco —gruñí.
— ¿Qué fue lo que te dijo que hicieras? —me preguntó.
—Mary estaba ahí ¿viste? Bueno él iba a presentarla como mi novia delante de todo el mundo y yo tenía que decir que si era cierto —le dije.
—Por eso la muy perra me dijo aquello —dijo ella pensativa y una sonrisa iluminó su rostro.
—Exacto —susurré.
—Pagaría por ver su rostro ahora.
—Y yo por ver el de mi padre cuando se dé cuenta de que nos fuimos —dije divertido.
— ¿Por qué tu padre quiere separarte de mí? —preguntó.
—No lo sé… simplemente no puede verme feliz. Esa es la razón.
Golpeé con mi mano el volante y maldije por lo bajo. Odio a ese hombre, lo odio completamente. No puedo creer que tenga su misma sangre. Y me odio por eso.
—Tranquilo —susurró Abril.
La miré y las luces de la calle jugaban con sus bellos ojos. Haciendo que sus largas pestañas se proyectaran sobre sus parpados.
Me detuve justo frente a su casa. Ella sonrió al ver que yo no dejaba de mirarla. Mordiendo sus labios se bajó rápidamente del auto. Imité su acción y corrí detrás de ella cuando me aseguré de que el coche no quedara abierto.
—Abril —la llamé.
Ella se detuvo soltando una risita tonta.
—El vestido me está molestando, Dani —dijo y volvió a caminar para abrir la puerta del edificio.
Sonreí y la seguí. Llegamos al departamento y la puerta se cerró fuerte detrás de nosotros. Abril se giró a verme y chocó levemente contra mi pecho.
— ¿Cómo crees que yo podría dejarte? —pregunté en voz baja mientras comenzaba a acariciar el costado de sus brazos — ¿Cómo? Si estas metida debajo de mi piel —ella subió sus manos por mi pecho - ¿Puedes explicarme que clase de hechizo me has lanzado encima?
— ¿El del amor? —dijo con duda.
Sus ojos se clavaron en mis labios y sonreí.
—Mírame a los ojos —le dije.
—No puedo —susurró.
— ¿Por qué? —le pregunté.
—Porque estoy mirando la parte que más me gusta de ti…
—¿Ah sí?
—Ajá —asintió sin quitar su mirada de allí — ¿Puedes hacerme un favor?
—El que quieras.
—Apaga tu celular.
Sin dejar de mirarla tomé el teléfono de mi bolsillo y lo apagué para luego arrojarlo, creo que, sobre el sillón. Me incliné hacia ella y tomé sus labios con cuidado. Para luego comenzar a caminar a ciegas para buscar un lugar cómodo. Ustedes ya saben.




Hola!!

Ya solo quedan tres capítulos!!

Espero que os este gustando y por favor comentar!!!

Gracias por leer.

Besos, María.


miércoles, 9 de agosto de 2017

Adicto a Ti - Capítulo 61



Capítulo 61:


Abril apretó mi mano y la miré. La acaricié para darle seguridad pero en ese mismo momento yo necesitaba un poco de consuelo. 
—Bueno, vamos a ver que dice —dijo la doctora y comenzó a abrir el sobre.
Cada pequeño sonido que hacía al abrirse llegaba con mucha intensidad a mis oídos. Respiré profundamente y solté el aire levemente.
—¿Y? —dijo nerviosa Abril mientras veía que la mujer leía.
Ella levantó la mirada hacia nosotros y su rostro no nos dijo nada. Es lo que más odio de los médicos. Nunca sabes lo que sus rostros te dicen.
—Felicidades —mi corazón se detuvo en ese mismo momento —No estás embarazada.
Me apoyé pesadamente contra la silla.
—Pero… —dijo Abril y la miré —Tengo un atraso.
—Sí —le dijo la mujer —Aquí me muestra que tienes una alteración hormonal… ¿has estado comiendo mal?
—Puede ser —susurró ella.
—Pueden estar tranquilos solo fue una falsa alarma —nos dijo.
—Gracias al cielo —suspiré.
Abril se puso de pie y tomó sus cosas.
—Muchas gracias por atenderme en tu horario de trabajo y sin turno Sasha —le dijo hablando rápido. La miré extrañado.
—No es nada linda. Cuando necesites me llamas de nuevo —le dijo.
Abril asintió y sin decir nada salió de allí. Me puse rápidamente de pie y miré totalmente confundido hacia la puerta.
—Pero, ¿Qué pasó? —la pregunta salió de mi boca.
—Está lastimada —me dijo la mujer. Me giré a verla.
— ¿Qué? ¿Por qué? —le pregunté.
—A pesar de haber estado más asustada que contenta con la idea, ella había albergado muy en el fondo de su ser la idea de estar embarazada. A todas nos pasa… es como una sacudida de sentimientos y cuando sabes que no es cierto te sientes por un lado vacía y torpe. Así que corre a buscarla y dile que tú también albergaste la idea muy en fondo de ti —me dijo.
Asentí un tanto confundido y salí rápidamente de allí. Vi como la puerta del ascensor se cerraba. Busqué las escaleras de emergencia y comencé a bajar rápidamente. Llegué al estacionamiento y la divisé a punto de subirse al auto.
—¡Abril! —le grité.
Ella no se detuvo. Entonces corrí más rápido y la alcancé. La tomé del brazo y la jalé hacia mí.
—Déjame —susurró con un hilo de voz. La abracé contra mi pecho.
—Tonta —le dije y la apreté un poco más.
—Tú eres el tonto —dijo sin dejar de llorar, pero no se alejó de mí —Lo siento…
—No, no hermosa —la calmé y besé su cabeza —¿Por qué lo sientes?
—Soy una estúpida —musitó —Yo…
— ¿Te habías ilusionado un poco? —le pregunté. Ella alejó su cabeza de mi pecho y me miró a los ojos. Levanté mi mano y sequé su rostro. Asintió levemente con la cabeza. Y en ese momento supe que yo también me había ilusionado. Cuando en el auto me había dicho que quería un chocolate la tonta idea de un antojo me hizo sentir muy bien —Yo también…
—¿En serio? —preguntó mientras soltaba unas cuantas lágrimas más.
—Sí—asentí con la cabeza —Pero no es el momento.
—Lo sé —aseguró y ahora ella secó su rostro —De verdad lo siento.
—No mi vida, no lo sientas —le dije. Ella sonrió y me volvió a abrazar — ¿Vamos?
Ella asintió y nos subimos al auto. Salimos de allí y comencé a manejar hacia la casa de ella. Abril estaba demasiado callada entonces me giré a verla y la encontré dormida. Sonreí levemente y estiré mi mano para acariciar su mejilla.
—Te prometo que vamos a tener muchos hijos —susurré —Cuando se dé y vengas a decirme algún día que vamos a ser papás juro que vamos a ser muy felices.
— ¿Lo prometes? —su voz adormilada llegó a mis oídos.
La miré y ella entreabrió sus ojos, con una pequeña sonrisa en los labios. No estaba totalmente dormida. Sonreí.
—Claro que te lo prometo mi amor.
— ¿Estás seguro? —preguntó mientras se sentaba mejor en el asiento —Yo creo que si llegaras a ser padre te daría mucho miedo.
—Y claro que tendría miedo —me defendí —Pero sería muy feliz. Imagínate una personita tuya y mía. Eso sería grandioso. Él o ella sería más que perfecto. Con mis ojos, con tu sonrisa, con mi increíble personalidad.
Ella rió divertida.
—Por Dios, ¿sería tan egocéntrico como tú?
—No es egocentrismo mi amor —le aseguré —No puedes negar que soy hermoso.
—Es cierto, no puedo negarlo.
—Y si fuera una niña —dije y la miré —Tendría esa belleza tuya que hace que cualquier hombre te quiera para él. Pero eso no pasaría porque antes de que algún tonto le ponga un dedo a una hija mía será hombre muerto.
— Dani —dijo divertida —Estás hablando como si eso fuera a pasar…
—Es que va a pasar—le dije y tomé su mano —Tú y yo vamos a tener un ejército de bebes. Serán 24 o 25…
— ¡Oh Dios! —dijo sin dejar de reí — ¿Acaso crees que yo podría?
Asentí y me acerqué a besarla cortamente. Llegamos a la casa de Abril y nos bajamos. Entramos a su departamento y soltando un suspiro me tiré en el sillón y prendí la tele. Ella caminó hasta la cocina y escuché como abría la heladera.
—Abril
 —llamé.
— ¿Si? —preguntó ella.
—Ven aquí, amor —dije.
—Ahí voy —dijo y dos segundos después ella se acomodó a mi lado.
Apoyó su cabeza en mi pecho. Estaban dando una película en la tele, pero no le estaba prestando atención.
—Mi amor —la volví a llamar.
— ¿Qué, cariño? —dijo sin levantar la cabeza de mi pecho.
—¿Crees que sea buena idea contarle a los chicos de esto… que pasó? —le pregunté.
Ella levantó la cabeza y apoyó su mentón en donde estaba antes su cabeza, para poder mirarme más cómodamente.
—Yo creo que no es necesario ¿Y tú? —me dijo.
—Yo también creo eso. Digamos que será nuestro secretito.
Ella sonrió, asintió y se volvió a apoyar. La película comenzó a ponerse interesante. Coloqué uno de mis brazos detrás de mi cabeza mientras que mi otra mano acariciaba y jugaba con el cabello de Abril.
Ella acariciaba mi pecho con su uña y aquella sensación era de paz. Luego de varios minutos sentí que la respiración de mi novia se volvía más pausada y lenta. Se había quedado dormida. La acomodé mejor para poder mirarla a la cara. Su rostro curvaba una leve sonrisa. Se veía tan hermosa.
Mi celular comenzó a sonar me sobresalté y lo busqué rápidamente en mi bolsillo. Gracias a dios no despertó a Abril.
— ¿Hola? —dije al atender.
— ¿Cómo estás hijo? —me preguntó.
— ¿Qué quieres? —le dije sin rodeos.
—Tranquilo, no llamo para molestarte —dijo con un tono divertido —Solo quería decirte que necesito que mañana vengas a la fiesta que organiza la comisión de los negocios de Bynes S.A.
— ¿Para qué me necesitas? Yo ya te dije que no quiero tener nada que ver con nada de eso.
Simplemente no —le dije.
—Hay firmas tuyas en alguno de los contratos… solo necesito que hagas acto de presencia. Puedes traer a Abril—me dijo.
Arqueé una ceja y miré a Anne que seguía dormida sobre mí.
— ¿En serio? —le pregunté algo sorprendido.
—Sí, ¿Por qué no?
—Bueno, voy a pensarlo y te llamo luego.
—Necesito que me lo confirmes ahora, por favor.
—Bueno, está bien. Ahí estaremos —dije y colgué.
Volví a mirar a Abril. Su rostro aun tenía esa sonrisa de paz. Acaricie su mejilla y besé su frente. Me acomodé mejor en el sillón y cerré mis ojos para dormir un poco también.



Hola!!

Cada vez queda menos para que se termine la novela, en concreto 4!!

Espero que os haya gustado y que comentéis!!

Besos, María.

Adicto a Ti - Capítulo 60



Capítulo 60:


Volví a mirarla a los ojos. Esto no podía estar pasando, esto no puede estar pasando. ¿Qué demonios voy a hacer?
— ¿Dani? —su voz llegó a mis oídos como si estuviera lejos.
—Dime que es una broma —le pedí.
— ¿Cómo crees que voy a bromear con algo así? —me dijo y la miré —Por favor, Dani. Necesito que estés tranquilo.
— ¿Cómo es posible, Abril? —dije nervioso —Nos cuidamos, siempre que estuvimos juntos nos cuidamos.
—Lo sé, lo sé. Por eso tienes que estar tranquilo… No creo que esté embarazada, es literalmente imposible —dijo no muy convencida.
— ¿Y si lo estás? —le pregunté.
Ella me miró fijo y entonces sus vidriosos ojos soltaron las lágrimas que habían acumulado. La tomé de la nuca y la acerqué a mí. Ella escondió su rostro en mi pecho.
—Tranquila, mi amor, no llores —le susurré al oído.
—Ay, Dani, tengo mucho miedo. No sé que voy a hacer si es que… estoy embarazada ¿Cómo voy a hacer para tener un bebe a los 18 años?
—Como 'vamos' a hacer —la corregí —No estás sola, mi amor, yo estoy contigo. Si es que estás embarazada vamos a salir adelante. Estaremos bien.
—Pensé que te ibas a poner como loco —dijo mientras se alejaba de mi pecho y con sus manos secaba sus lágrimas.
—Estoy como loco… pero no voy a perder el control hasta no estar seguros. ¿Cuánto tienes de atraso? —le pregunté y acaricié su mejilla.
Me di cuenta de que mi mano temblaba levemente ¡Esto es una locura!
—Una semana —dijo. Asentí y respiré profundamente.
— ¿Vamos a hacerte un test? —le dije. Ella negó con la cabeza.
—Yo creo que lo mejor y lo más seguro es un análisis de sangre —me dijo —Tengo una amiga que la madre es obstetra. Hablé con ella ayer y hoy a la tarde iré a verla.
—Iremos juntos —dije y me puse de pie. La ayudé a levantarse y al instante la abracé contra mí. Ella me apretó como si su vida dependiera de eso. Cerré los ojos y traté de demostrarle que todo estaba bien —Iremos juntos… —volví a repetir.
Ella asintió y se quedó pegada a mí. Estuvimos así por unos cuantos minutos, no sé exactamente cuántos. Me alejé de ella y tomé su rostro con mis manos. Me acerqué más y la besé despacio.
—Gracias —me dijo cuando me alejé.
— ¿Por qué? —le pregunté.
—Por estar aquí —susurró.
—Estamos juntos en esto y en todo —le dejé bien claro.
Ella asintió y la besé cortamente. Tomándola de la mano caminamos de nuevo hacia la Universidad.
El almuerzo había terminado y con ello la clase de derecho comenzó. Me senté despacio al lado de Blas. Mi cabeza estaba completamente colapsada.
Si Abril llega a estar embarazada mi vida va a cambiar extremadamente. ¿Qué sucede si de verdad lo está? Eso significaría que voy a tener un hijo. Un hijo…
—Oye, ¿Qué te pasa? —me preguntó mi amigo. Lo miré.
—Nada, ¿Por qué? —dije reaccionando rápidamente.
—Estás como pálido —dijo él.
Mi mirada se posó en Abril. Ella jugaba nerviosa con el lápiz que tenía en la mano. Está pensando en lo mismo que yo. Volví a mirar a Blas.
—Nada — 'solo que mi novia tiene un atraso' —Estoy bien.
—¿Seguro? —preguntó.
—Sí, hermano —palmeé su hombro y volví a mirar al frente.
Lo más seguro es que ella no esté embarazada. Nos cuidamos, siempre nos cuidamos.
Pero ¿Qué pasa si en algún momento la protección falló? ¿Y si no es solo una falsa alarma? ¿Qué voy a hacer si Abril está embarazada?
Por Dios, quiero gritar. Pero tengo que estar tranquilo, tranquilo. Nada es seguro… solo necesitamos ir y sacarnos la duda. Solo eso, solo eso…
El resto del día se me pasó interminable. Mi cabeza no dejaba de sacar teorías sin sentido y mi corazón se sentía cada vez más acelerado. Divisé a Abril en el estacionamiento y me acerqué a ella.
— ¿Vamos? —le pregunté. Ella asintió —Pero iremos en tu auto mejor. Yo manejo ¿quieres?
Ella solo volvió a asentir. Tomé su mentón e hice que me mirara.
—Te amo —me dijo cuando sus ojos encontraron los míos.
—Yo también —le dije y besé su frente —Todo va a estar bien.
Nos subimos al auto y prendimos marcha. Habíamos decidido no decirle nada al resto del grupo. Estábamos seguros de que iban a ponerse como locos y lo mejor era no alarmarlos hasta estar seguros. Abril estaba demasiado callada y creo que más que nada asustada. La miré y ella miraba fijo al frente. Giró la cabeza y me miró.
— ¿Crees que sea posible detenernos en un kiosco para comprar un chocolate? —me preguntó. Sonreí levemente —Tengo ganas de comer uno.
— ¿Tienes un antojo? —dije sin dejar de sonreír.
—No seas tonto —dijo bajando la cabeza —Siempre quiero comer chocolate cuando estoy nerviosa. No es un antojo.
—Está bien, está bien —dije y detuve el auto en una esquina.
Bajé y me acerqué a la pequeña ventana que estaba allí.
—Papi, papi ¿me compras un dulce? —me giré a ver y un pequeño niño saltaba a mi lado. Me paralicé y al instante un hombre lo alzó. Levanté la cabeza y lo miré.
—Debes aprender a esperar Chris, hay un chico antes que nosotros —le dijo él.
El niño me miró y sonrió mostrándome una sonrisa con falta de dientes.
— ¿Qué necesita? —la voz de una mujer me sacó de la imagen del niño. La miré y asentí como un idiota.
— ¿Algún chocolate? —le pregunté.
—Sí, son estos de aquí —dijo ella mostrándome los que había.
Elegí el más grande y lo pagué. Comencé a caminar de nuevo hacia el auto.
—Adiós —escuché su pequeña voz. Me giré a verlo.
—Adiós —le dije y me subí. Sin decir nada le di el chocolate a Abril y volví a arrancar.
— ¿Qué pasa? —me preguntó ella. La miré.
—Nada… imaginaciones que tiene mi cabeza —le dije.
Ella asintió y comenzó a comer su chocolate.
— ¿Quieres un poco? —me preguntó.
—Sí, por favor. —ella rió por lo bajo y me dio un pedazo.
Unos minutos más tarde estábamos detenidos en el estacionamiento de una clínica. Respiré profundamente y me bajé del auto. Abril ya se había bajado unos segundos antes. Ella se acercó a mí y me dio la mano para comenzar a caminar.
Pronto llegamos al primer piso. Era una clínica grande, moderna y se veía muy lujosa. Nos acercamos a un mostrador. La chica que se encontraba allí nos miró.
— ¿En qué puedo ayudarlos? —nos preguntó.
—Venimos a ver la doctora Molina… mi nombre es Abril Brooks —le dijo ella. La chica miró su computadora y asintió.
—Sí, la doctora la está esperando por el consultorio 5 —nos dijo —Pueden pasar por el pasillo a su derecha —le agradecimos con la cabeza y nos dirigimos hacia donde nos había dicho.
Mi corazón latía cada vez más rápido. Una mujer con una panza de unos cuantos meses pasó frente a nosotros. Abril me miró y no pude evitar sonreír. Llegamos a la puerta dicha y toqué con dos suaves golpes.
—Pase —se escuchó la voz desde adentro. Abrimos la puerta y entramos. Una mujer de más de 40 años estaba sentada en una silla. Levantó la cabeza y nos miró —Bien, vamos a hacerlo rápido y nos sacaremos la duda enseguida —nos dijo y nos hizo sentarnos.
Dos minutos más tarde a Abril ya le había sacado la sangre y la habían mandado a analizar como 'urgencia' al laboratorio. En unos minutos el resultado ya estaría listo.
— ¿Y bien, como están? —nos preguntó la doctora.
—Bien —dije con un tono algo irónico. La mujer sonrió.
—Te ves nervioso —me dijo. Asentí y tomé la mano de Abril.
—Mucho —aseguré. La puerta sonó y una enfermera entró.
—Ya están los resultados —dijo y le entregó un sobre a la doctora.
En ese mismo momento mi mundo se detuvo por completo.



Hola!!!

Espero que os haya gustado y espero vuestros comentarios.

Gracias por leer.

Besos, María.